CONVERSACIÓN CON HANNA SCHYGULLA

Conversación con Hanna Schygulla y Alicia Bustamante
¿Dónde está el embrujo de Cuba para Hanna, qué le hace identificarse con ella, venir hasta acá a presentar su obra y participar de este Festival?
Mabel Machado | La Jiribilla / Cortesía del Diario de Festival | 13-12-2009 a las 13:01 | 336 lecturas


Alicia Bustamante y Hanna Schygulla
“La afinidad artística y la amistad están fuera de toda órbita que pueda encerrar el idioma o el lugar donde nacimos”. Así entiende la actriz cubana Alicia Bustamante el porqué de su identificación con la diva alemana Hanna Schygulla. Ambas unieron sus carreras en Berlín (1994), cuando la actriz de Plaff y Adorables mentiras, dirigiera a la musa de Rainer Werner Fassbinder en el espectáculo musical Entre dos mundos.
Desde entonces estas mujeres han mantenido un estrecho vínculo artístico y personal, que ha inspirado a Schygulla  a realizar un documental de 105 minutos sobre Alicia, estrenado por estos días en La Habana, como parte del 31 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano. La Johanna de El amor es más frío que la muerte (1969), la Karin de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1972) o la Willie de Lili Marleen (1980), se pone ahora detrás del lente de la cámara para recrear la vida de su amiga tal y como la conoce: espontánea y con talento cómico, profesora y actriz universal.
“Donde se tocan las emociones profundas somos más iguales que incompatibles. Sobre todo si no buscamos la diferencia, y nos dedicamos a encontrar un punto común. Con Alicia, me pongo en su lugar cuando habla, y ella se pone en el mío cuando yo lo hago. Lo que nos une también, es que somos las dos un poquito fuera de categorías”, explica Hanna.
Si todo queda fuera de los métodos, ¿cómo se plantean Hanna y Alicia la creación? ¿Cómo se aventuran a la vida?
Le voy a robar a Hanna algo que dijo hace tiempo —responde la Bustamante—, que a mí me gustaba mucho, y de lo que ha hablado Marta Valdés, nuestra querida compositora. Una vez, conversando con nosotras, Hanna expresó que para ella resultaba, con el tiempo, mucho más interesante la vida real —lo que da cada día— que la ficción. Por eso ella siente más inclinación por el género documental.
Puedo parafrasear ahora también a Benedetti, cuando decía que cumplir la tarea de vivir es simplemente vivir y a la vez es tan difícil. Soy de las que piensan, y creo que Hanna coincide conmigo, que cuando la vida y el escenario, la vida y el arte se separan, ya no se funciona igual. Creo que debe haber una consecuencia entre la vida de la actriz, el actor, el intérprete y la vida misma. De lo contrario, uno está jugando tantas veces a ser la actriz, o a ser un personaje que termina por diluirse el individuo.
A mí me cuesta definirme por fragmentos. Cada persona es un todo que depende de la función que uno le asigne. A partir de este criterio, nosotras, desde el momento en que nos conocimos, hicimos esa fusión artística, en la que Hanna, casi sin saber nada de mí, luego de uno o dos años, me convidó para hacer sus puestas en escena, a dirigirla en todos sus unipersonales. Ella nunca había dirigido teatro. Después de que yo actuara la última vez en Cuba —Sábado corto pasaron diez años para que volviera a subirme a un escenario. Y mi regreso fue bajo la dirección de Hanna. Nada de eso podría haberlo hecho alguien que no fuésemos nosotras dos, porque es demasiado lo que se va creando día a día con el convivir. Pero además, ¡la vida es tan sabrosa!, ¿no?...
En esta obra cinematográfica que se presenta en el Festival, ¿de qué manera logra Hanna documentar la vida cotidiana de una actriz sin que parezca que esta juega en la escena,  sin rozar la ficción?
Yo filmaba cuando las cosas se daban, cuando había visitas en la casa. Recogí con la cámara lo que salía de cada situación, del curso normal de la vida. A veces ella me contaba algo que se convertía en esos actos de creatividad que me gustan tanto, porque imita algo que ha vivido. En ocasiones, le pedía rehacer una escena, y como ella es actriz, era capaz de hacerlo también con el gusto de lograr una síntesis después. La primera vez es única, claro, e intentaba agarrar esa siempre; pero su condición de actriz me permitía rehacer hasta dos y tres veces la toma. Al inicio discutíamos. Ella me decía que no sería lo mismo, y yo le replicaba que por eso ella como actriz debía lograr que pareciera igual. Este detalle resulta interesante porque en la filmación fue ese detalle el más difícil.
El documental… una experiencia cotidiana

Hanna Schygulla ha trabajado en más de 40 filmes, alrededor de una veintena de ellos con el  director de cine, teatro y televisión Fassbinder (1945-1982), reconocido como uno de los más valiosos  representantes del nuevo cine alemán. Esta actriz ha actuado también en películas firmadas por Wim Wenders, Jean-Luc Godard  y Carlos Saura.
Alicia Bustamante ha acumulado en Cuba una larga trayectoria como docente y profesional del teatro con su paso por compañías como el Conjunto Dramático Nacional y el Teatro Musical de La Habana. Las memorables cintas locales Cecilia, La muerte de un burócrata y Un día de noviembre cuentan con la interpretación de Alicia. Aunque desde 1991 trabaja como actriz y directora de arte en la   compañía de teatro francesa Les Turpials, la trayectoria de esta cubana en Europa no es tan conocida como en la Isla. Sin embargo, según cuenta ella misma, la presentación del documental en Alemania llegó “de una manera rotunda”, aunque   “la  idea inicial fue hacer ese trabajo pensando en Cuba, mi país. Yo apunté hacia una diana, pero no quería dar ahí en el blanco, no pensé nunca en eso. Es posible que por ello, durante el estreno en Alemania, quedé muy sorprendida por la reacción del público”.
Y al entregarse a contar esta historia, ¿sintió Hanna alguna vez temor por que no fuera entendida o bien acogida en Europa, tratándose de una mujer poco conocida en esa región?
Tenía mucha confianza en que Alicia llegara. El documental trata una experiencia cotidiana, que puede conmover a las personas, nos conozcan o no. Ella tiene una presencia que hace que a la gente se le abra la mente y el corazón. Así, yo no tenía que enfocarme demasiado en cómo darla a conocer, más bien trataba de evitarlo. Las dudas pueden ser productivas, pero a veces, si dudas demasiado, no haces nada. 
“Soy de los que tienen más simpatía con los necesitados”

Aunque la carrera de Schygulla no cesa y ahora mismo tiene entre manos un proyecto con Alexandr Sakurov sobre Goethe, la actriz no se permite nunca dejar de mencionar a Fassbinder, a quien conoció en Munich, durante los estudios de actuación. Su relación con el cineasta comenzó cuando ambos estudiaban actuación. Él se entregó rápidamente al arte de dirigir. Ella permaneció actriz; con Fassbinder hizo parte de esa carrera y ahora, al cabo de muchos años, se convierte como él en realizadora.
¿Nunca antes pensó en dirigir? ¿Aparece de algún modo este cineasta en su manera de afrontar el cine detrás de la cámara?
Cuando me preguntan si pretendo hacer un día una película respondo que sí, en cuanto encuentre una historia que me dé el coraje para enfrentarla. En el caso de este documental fue así: yo tenía la cámara en casa, y aunque había una manera ya preestablecida para hacer el documental, yo filmaba cuando lo creía oportuno.
Fassbinder podía hacer tantas cosas porque tomaba lo que las situaciones dan inmediatamente. No estaba, al inicio, buscando complicar, ni tratando de llegar a la perfección. Es esencial aprovechar las primeras ideas, no se trata de interrogar al protagonista, sino de dejarlo que exprese su filosofía, su humor, sin hacer teorías sobre eso. Esto me evocaba el recuerdo de las primeras experiencias con Fassbinder que se hicieron tan fácilmente, sin dinero, sin criterios clásicos.
Tomando las palabras de Hanna: “no sé qué tiene este país que cada vez que alguien lo menciona se destapa la magia”, asalta la curiosidad. ¿Dónde está el embrujo de Cuba para Hanna, qué le hace identificarse con ella, venir hasta acá a presentar su obra y participar de este Festival?
Soy de los que tienen más simpatía con los necesitados que con quienes tienen de sobra. Se abre más la imaginación en momentos de carencia, la gente es más gentil y cuando se necesitan unos a otros, no existe esa tensión que a veces sufrimos en los países ricos. Este punto de vista de quienes creen que el mundo puede cambiar para mejor, nos hace buscar soluciones alternativas al capitalismo. El fracaso de los modelos de socialismo en Europa del Este nos hizo sentir muy tristes a muchos, pero eso no quiere decir que el capitalismo tenga la última palabra porque, en realidad, está a punto de arruinar el mundo. 

 Alemania. - ¿Cómo fue que decidió contar la vida de Alicia Bustamante?

En un principio quise llamar al material Momentos con Alicia Bustamante, pero fueron tantos momentos que ya no puede llamarse así. La idea nació por el hecho de que compartimos una casa, ella vive abajo y yo arriba, y hay muchos lugares de convivencia.

Conozco a Alicia más allá de la representación, fuera del escenario, donde es una figura reconocida y donde llega muy bien al público. Tengo el placer de verla vivir y me decía: qué lástima no poder compartir estos instantes con los demás, porque Alicia es muy creativa todo el día, se le sale la creatividad por los poros. Ella tiene el don de agarrar la esencia de lo que ha vivido con un toque de humor. Nosotras nos encontramos en el año 91, cuando filmábamos Me alquilo para soñar, aquello fue vivir lo real maravilloso como lo han recreado García Márquez y Alejo Carpentier. En ese espíritu nos conocimos y, desde ese entonces, pienso que Alicia es un personaje de lo real maravilloso.

Se trata de la mirada una actriz sobre otra actriz. ¿Cuánto hay de Hanna Schygulla en esa ojeada a Alicia Bustamante?

Es la mirada del placer que siento al verla en esos actos que ella llama “monerías”, que a mi me parecen actos teatrales. Me puse detrás de la cámara porque no podía llamar constantemente a un camarógrafo. Al principio no lograba dirigir el foco de la cámara y había que repetir la toma. Me embullé con la cámara, creyéndome camarógrafa, pero mi ojo se formó en el cine con Fassbinder. El nos obligaba a ver los rushes, yo vi nacer sus películas pedacito a pedacito. Siempre me fascinó la cámara, tomaba a Alicia, iba a los detalles, y volvía a Alicia. Me gustaba mucho como quedaban las cosas la primera vez, a veces no lo podía lograr y me irritaba, y al a final nos reíamos de lo que había pasado. Cada vez que veía pasaba una situación interesante le decía: me parece que debemos recrearlo. Como ella es actriz, no hubo problemas con las repeticiones. Filmamos tanto que hay una versión de más de dos horas. Hubo broncas, pero fueron divertidas, porque, claro, es una actriz filmando a otra actriz. No tuve ningún concepto, solo tuve tiempo para hacerlo. Compré la cámara, Alicia estaba ahí, y de vez en cuando filmaba algo. A veces se me ocurrían ideas a las que ella respondía: Hanna, lo que me obligas a hacer.

En este documental se rompen las reglas…

Cuando recibíamos amigos, en París o en La Habana, yo intervenía con la cámara, sin respetar esa ley que dice que la entrevistadora no debe involucrarse. Casi todas las cosas que he hecho en mi vida quedan fuera de las categorías, he logrado mejores resultados así que siguiendo los patrones clásicos para cada cosa. A la edad que tengo, no voy a aprender ningún método para nada. Lo que haga tiene que salir de mis ganas de hacerlo, de mi inspiración.

¿Por qué estrenaron el documental en Alemania?

El documental tuvo su première en un Festival en Alemania, donde antes yo había recibido un premio, dotado de 10 mil euros. En el discurso de agradecimiento, anuncié que me compraría una cámara para hacer un documental. También dije que sería sobre una actriz de Cuba, y señalé a Alicia, que estaba sentada frente a mí. Todos aplaudieron, porque no sé qué tiene este país que cada vez que alguien lo menciona se destapa la magia. A mi me gusta hacer lo que me prometo a otra gente, me parece que en la vida hay que ser consecuente, no con todas las boberías que se dicen, pero sí hay ser consecuentes con los actos que te llevan hacia algo nuevo. Alicia y yo estamos en la tercera edad, y es importante dar pasos nuevos. Por ejemplo, el esfuerzo para cargar la cámara de París a La Habana. Alicia, al verme cámara al hombro, me dijo: eso es una prueba de amor. Pude buscar ayudantes, pero para lograr la espontaneidad, era mejor que lo hiciera yo. Cuando los organizadores del Festival alemán vieron, en Internet, que hacía el documental anunciado, se comprometieron a subtitularla al alemán. Por eso lo estrenamos ante el público alemán que quería comprar la película, quería comprar la banda sonora, preguntaban por el actor Julio Reyes Fue una reacción espontánea y favorable. Eso me confirmó que hay algo en el material, aunque Alicia no sea tan conocida en Alemania como aquí, capaz de llegar al público alemán, que le pidió a Alicia que cantara Quiéreme mucho, una de las canciones incluidas en la banda sonora del documental.

Si pudiera compartir alguna anécdota del rodaje.

El documental tiene un período azul y un período negro. El primero fue por un problema técnico, al llegar aquí la cámara lo tomaba todo en azul. Pedimos ayuda a Raúl Pérez Ureta, quien apretó un botón y la cámara se recuperó. Fue producto del cambio de clima. Ya se había filmado mucho material que no quisimos desechar, entramos a la casa de Alicia con el período azul. El período negro es fruto de un apagón, se cortó la luz y seguí filmando con una linterna.

Es imposible conversar con usted sin evocar a Rainer Werner Fassbinder.

Sin Fassbinder yo no hubiera sido actriz. Nos encontramos en una escuela de Actuación, yo salí de allí pensando que lo de actuar no era para mi. Fassbinder siempre tuvo en mente ser director de cine y de teatro, no quería ser solo actor. Con él entré por una gran puerta, sin darme cuenta. Lo que hicimos al principio se parecía a la locura, no había dinero para hacer películas y hacíamos teatro en una sala de cine que no se utilizaba; hacíamos teatro a la manera del cine, es decir, con escenas muy cortas, el foco cambiaba todo el tiempo. Fassbinder se aprovechó hasta de lo que no sabíamos, hacía un estilo con lo que faltaba, éramos diletantes sin saber hacer, sólo teníamos nuestra personalidad y ganas de hacer otra cosa, por muchas razones Fassbinder tenía el genio de transformarlo todo en algo muy interesante. Los primeros pasos en la vida son importantes, porque en la manera en los que haces, los repetirás. En el documental sobre Alicia tomaba las imágenes recordando la “escuela” de Fassbinder, donde se aprendían a hacer las cosas haciéndolas, buscando que las cosas salieran como las imaginaste, pero donde también son bienvenidos otros momentos inesperados. Hasta hoy, le agradezco a Fassbinder mi existencia como actriz, los papeles que me dio. Aunque no puedo decir que fueron el colmo, todavía espero el colmo para dar el máximo de mí en un papel, el de una señora de muchos años que saber dar porque ha recibido tanto. Eso empezó junto con Fatih Akin, en una película que tuvo un toque mágico. Del otro lado, porque conmovió mucho a la gente. Me gustaría hacer algo que fuera más alegre, porque tengo una fuente de alegría a mi lado, que es Alicia; como son tantos años juntas, algo de eso se me pegó.